Archivo Salazar
Francisco Javier Salazar Cortez

Francisco Javier Salazar Cortez

Francisco Salazar Cortez. EE.UU, 1926. ©ArchivoSalazar

Francisco Javier Salazar Cortez (Píllaro, 1900 – Quito, 1988)

Fue un mecánico y líder gremial ecuatoriano cuya vida estuvo marcada por el ingenio, la resiliencia y el compromiso con la justicia social. 

Francisco Javier Salazar Cortez nació el 3 de diciembre de 1900 en Píllaro, provincia de Tungurahua, Ecuador. Su madre era una mujer indígena de apellido Salazar, y su padre era un hacendado o mayordomo de hacienda de apellido Cortez. Fue registrado con el apellido de su madre porque posiblemente su padre no lo reconociera, pero más adelante Francisco colocó como segundo apellido el de su padre biológico; esto es bastante inusual, ya que en Latinoamérica el primer apellido es el del padre y el segundo el de la madre.

Lola Salazar con niño no identificado en auto de la época, ca 1934. ©ArchivoSalazar

De niño, Francisco fue dado como entenado a un amigo de la familia, el señor Nicolás Romero, un comerciante de Guayaquil que recorría la sierra vendiendo variedad de artículos domésticos importados, tales como ollas, cubiertos, sábanas, cobijas, etc. 

Se crió en Guayaquil con la familia Romero. A sus 15 o 16 años de edad, estudió para ser telegrafista en la Unidad Educativa Particular Benemérita Sociedad Filantrópica del Guayas. Luego consiguió empleo en la empresa E. Maulme C. A., que en sus inicios se dedicaba a la importación de cerveza, medicamentos, vinos y tónicos franceses, rollos fotográficos, bicicletas y las famosas llantas BF Goodrich; y en 1926 se constituyó en la primera importadora de General Motors, con la representación de Cadillac, Pontiac, Oldsmobile, Buick y Chevrolet para el Ecuador. Ese mismo año, el dueño de la empresa, Enrique Maulme, envió a Francisco a South Bend en Indiana (EEUU), donde estudió durante dos años mecánica automotriz, particularmente el ensamblado en línea.

Hombres sin identificar en el monumento a La Lucha Eterna en parque El Ejido, Quito, ca 1926 ©ArchivoSalazar

En 1928 regresó a Ecuador con cámaras fotográficas profesionales, ampliadoras y un vestido de novia para su prometida. Ese mismo año se casó con Isabel Barrera, una joven de familia acomodada de Otavalo. De ese matrimonio nacieron ocho hijos: en 1928 nace “Pepa Primera”, que muere al corto tiempo; en 1930, Dolores Isabel (Lola); en 1932, Francisco Javier (Paco); en 1933, Josefina (Pepa); en 1936, Elvia Guadalupe; en 1937, Alicia; en 1939, Nicolás Eduardo, quien murió ese mismo año; y en 1941, Roberto Nicolas. En la casa familiar siempre hubo un laboratorio fotográfico, y sus hijos varones aprendieron el oficio desde temprana edad.

A su regreso de EEUU, Maulme le pidió a Francisco que se estableciera en Quito. En ese entonces, las carreteras que unían la costa y la sierra estaban en muy malas condiciones; la única forma de que los automóviles llegaran a Quito era en cajas. Francisco recibía las partes y los ensamblaba, hasta el último tornillo, en su taller de Chiriyacu (antiguo puente de El Calzado, hoy Villaflora). Pero su negocio más próspero no fue la venta de autos nuevos sino el reciclaje de su materia prima cuando se hacían viejos. Francisco compraba los autos y los volvía a desarmar, su taller estaba repleto de autopartes cuidadosamente clasificadas que vendía como repuesto. Ese negocio le dio tranquilidad económica en el día a día, pero su mayor prosperidad la alcanzó durante la Segunda Guerra Mundial. Debido a la guerra, había escasez de aluminio, y Francisco tenía mucho. Entonces, comenzó a fundir los motores y a vender su materia prima: el tan preciado aluminio. Así hizo su fortuna, y el dinero que ganaba lo invirtió en la compra de propiedades.

Aunque tuvo ingenio y suerte para los negocios, encontró su destino en la búsqueda de justicia social, particularmente para los trabajadores del volante. En 1928, ingresó a la Sociedad “Unión de Choferes del Pichincha”, con sede en la “Casa del Obrero” (calle Manabí, centro de Quito), y continuó militando en ella durante toda su vida.

Francisco Javier Salazar Cortez murió en Quito el 21 de diciembre de 1988.